Los más chicos de la casa, al igual que los adultos sintieron el miedo a lo desconocido, la llegada de un virus “posiblemente letal” según mostraban las noticias mundiales generaron en un primer momento el incremento de la incertidumbre y la toma de medidas de protección de la salud. La Escuela se suspendió, trayendo aquello que en un primer momento pudo haber sido vivido como unas “pseudo vacaciones”, y generó cambios estructurales en la cotidianeidad hogareña. De un día para el otro el alcohol en gel, la lavandina, los barbijos y el “todos en casa” se instalaron para quedarse por más tiempo que aquel que los niños pequeños pueden dimensionar.

Luego de estos meses de aislamiento aparecieron las preguntas por el retorno a clases, junto con el deseo de volver a ver a sus amigos. Las clases por celular, o las video clases por zoom fueron para algunos una pesadilla, ya que no todos disfrutan sentirse expuestos a la visión directa de una cámara. En este contexto ¿Qué podemos hacer para garantizar la salud mental de los más chicos de la casa?

En primera instancia, debemos intentar ponernos en su lugar. Mirar la vida desde donde la mira un pequeño, o un adolescente, hace que todo se vea diferente. En la infancia, las rutinas, el orden institucional y el sentido de pertenencia que da la escuela son necesarios, pero no es posible de ser reproducido en el hogar, ya que este es otra cosa, y representa el juego, el cariño, el descanso, las reglas familiares, y los horarios no tan fijos. En el caso de los adolescentes, el lugar privilegiado del hogar es el propio cuarto, lugar donde se recluyen para poder conectar con sus amigos, así como su mundo interior, proyectos, temores  y fantasías. La salida a la exogamia necesaria de esa etapa se está viendo frustrada y eso los lleva casi inevitablemente a migrar de franja horaria para tener un poco más de privacidad.

¿Qué deberíamos tener en cuenta?

-La incertidumbre nos afecta a todos: los niños al igual que los adultos se ven afectados por la imposibilidad de programar un retorno a la “normalidad” en cuanto a amigos, actividades lúdicas, sociales, educativas y externas al hogar. Esta incertidumbre puede dar lugar al incremento de la ansiedad que puede manifestarse en irritabilidad, alteración en el sueño, en la capacidad de jugar solos, en la alimentación y en el humor en general.

-Es tiempo de aprender a tolerarnos: muy pocos estaban acostumbrados a compartir tanto tiempo con los adultos en la casa. La obligada convivencia con hermanos más chicos, invita a los adolescentes a aislarse más, o como se señaló anteriormente, migrar de hábitos de sueño para tener más tiempo a solas.

-Trabajar y estudiar desde casa no tiene límites: este es otro ítem que afecta a todos. Es importante poder pautar y hacer acuerdos de espacios y tiempos dentro del espacio físico. Estar atento a la subjetividad de cada uno, ya que no todos los hijos tienen la misma capacidad de concentración, ni la misma posibilidad de sentirse motivados a cumplir con la tarea escolar en ausencia de los compañeros y del docente. Mamá o Papá no es la seño, ni el profe y ante esto, hay que aceptar que en algunos casos es necesario destinar tiempo específico para acompañarlos en la realización de las tareas escolares.

Algunos consejos para acompañar/contener en este momento:

 

 

 

 

 

Tener presente que en caso de sentir excesiva ansiedad,  preocupación, cambios bruscos en el estado de ánimo o ante la aparición de  reacciones desmedidas, o poco usuales en la cotidianeidad, tanto en adultos, como en los niños o adolescentes, es recomendable recurrir a la ayuda profesional. 

 

Lic.Sandra Branchini MP 52311

Lic.Natalia Sagarra MP 51649

Licenciadas en Psicología. Salud Mental Hospital de Niños de La Plata “Sor María Ludovica”